No vendemos palomitas

Por Celeste Marí

Hasta ahora no me había preguntado el porque de comer palomitas en el cine, pues resulta ciertamente curioso, porque no comemos frutos secos o cualquier otro tipo de aperitivo? Como casi todo, tiene origen años atrás, en este caso con la gran depresión americana del 29, momento en que el maíz era muy barato y además saciaba el hambre, en un periodo en que la clase obrera pasaba por una situación de escasez y pobreza y al mismo tiempo con la llegada del sonido al cine, asistía para evadirse de la situación socioeconómica. En 1930 Julia Braden, visionaria, abrió el primer puesto de palomitas dentro de un cine. El primero de un gran negocio que durará hasta nuestros días.

Desde entonces las palomitas y las películas no pueden vivir el uno sin el otro. No comemos palomitas sin pelis ni vemos pelis sin palomitas. O eso parece, porque no es el caso por ejemplo, de Zumzeig cinema, quienes no venden palomitas. Podríamos considerar esto un acto de rebeldía en el que este cine se posiciona frente a una realidad en relación a la hegemonía de la industria cinematográfica o simplemente una decisión al azar.

En Barcelona, así como en otras ciudades europeas se propone una alternativa a los multicines; espacios también destinados al visionado de material audiovisual, en los que la mayoría de ocasiones se proyecta cine independiente en versión original. Hablamos de cines como Melià o Roma, que mezclan grandes estrenos con filmes mas discretos para el publico general. Pero también hay alguna que otra propuesta como Zumzeig cinema que no tan solo proyecta películas y documentales sino que también cuenta con la muestra de obras de artistas visuales y mediometrajes. Es esta a mi parecer, una propuesta muy interesante, dirigida a un publico más concreto.

Este publico es concreto y escaso, generalmente cuando te acercas a una de estas salas de cine acabas viendo el film con tu acompañante y un par de personas más, en salas que tienen capacidad para unas 50 personas, donde la entrada suele ser más barata que en los multicines. El porque de la escasez de publico en estos espacios es evidente; Así como el Arte Contemporáneo es en muchas ocasiones o casi siempre rechazado por el publico general, es decir, aquel que no esta especializado en arte o no dispone de conocimientos extensos sobre la temática de la exposición, el cine independiente pasa por el mismo filtro frente a un publico que se siente descontextualizado.

No es difícil escuchar críticas que refieren a lo aburrida, lenta o “rollazo” que es la película, igual que cuando vas a un museo como el MACBA. Aunque a veces esto sea total o parcialmente cierto, hay que considerar que son películas dirigidas a un publico con intereses muy determinados y por ello no le tiene que gustar a todo el mundo. La programación no se anuncia en televisión, no aparece en los blogs de cine mas visitados y desde luego no va dirigida al publico en masa. ­

Ir a estas salas de cine se puede entender como un ejercicio cultural mas que como ocio, que es por lo que generalmente vamos al cine. Pero que se entienda como una actividad cultural, significa que no puede o debe entretener? Hay que considerar que estas dos opciones son totalmente compatibles. Por ejemplo, hace poco proyectaban en Zumzeig Cinema, el documental Electric Bogaloo, que considero, mezclaba ambas características, era entretenido y a la vez “cultural”.

Pero por otro lado es cierto que los grandes cines dedicados a la proyección de grandes producciones y a vender palomitas y aperitivos varios a un precio superior a la entrada, no apuestan en su cartelera por documentales, cortos o cine amateur, casi siempre reducen su programación a proyectar películas de Marvel, de 20th century Fox y de las grandes productoras americanas. Porque son rápidas, fáciles de comprender, aseguran el éxito en taquilla y se venden como las palomitas en 1929.

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